El concepto de trazabilidad logística hace referencia a la posibilidad de identificar el origen y las distintas etapas por las que pasa un producto a lo largo de todo el proceso productivo. Así también, a su posterior distribución logística hasta llegar al consumidor final. Por tanto, los sistemas de trazabilidad comprenden un conjunto de procedimientos que permiten conocer en todo momento la ubicación de un producto en la cadena de suministro. También traza la ruta del producto y sabe de antemano hacia dónde se dirigirá. Los profesionales del sector se encargan de llevar a cabo una logística profesional, aunque a veces no es tan fácil como puede parecer.
Poner en marcha un sistema de trazabilidad implica establecer una correlación directa entre el flujo físico de mercancías y el flujo de información asociado a la misma.
Los sistemas de trazabilidad logística tienen múltiples beneficios para todas las partes implicadas en el proceso:
A las empresas les ayuda a identificar puntos críticos a lo largo de la cadena de suministro para resolver incidencias y aumentar la productividad. Así, pueden reducir los problemas relacionados con el manejo incorrecto o la contaminación que se produce en el transporte de mercancías..
Mejora la confianza del consumidor en la compra de productos y servicios, especialmente en una economía global con flujos de bienes nacionales e internacionales más complejos. Además, con el auge del comercio electrónico, la trazabilidad de productos se ha convertido en un aspecto importante. Alivia “la ansiedad” que sufren los compradores de tiendas online con respecto al lugar dónde se encuentra su pedido. Los sistemas de trazabilidad están conectados con la logística omnicanal y la logística electrónica.
En sectores clave de la salud pública, como los productos farmacéuticos o alimentos, los sistemas de trazabilidad son obligatorios y siguen estrictas regulaciones.
Tipos de sistemas de trazabilidad
La trazabilidad es la capacidad de rastrear todos los procesos desde la adquisición de materias primas hasta la producción, el consumo y permite aclarar “cuándo y dónde se produjo el producto y por quién”. Debido a la mejora de la calidad de los productos y al aumento de la concienciación sobre la seguridad, la trazabilidad ha ido aumentando en importancia y se ha extendido a un amplio número de sectores, como la automoción, la electrónica, la alimentación y la industria farmacéutica.
Existen dos tipos de sistemas de trazabilidad según la dirección del seguimiento.
1. Trazabilidad inversa: se utiliza para identificar el origen de un lote. Permite explorar las etapas por las que ha pasado el producto, desde su procesamiento hasta su entrega final, incluyendo la identificación de las materias primas utilizadas y las operaciones de producción realizadas.
Un ejemplo de cómo se aplica este tipo de trazabilidad es cuando existe una alerta sanitaria por contaminación alimentaria. El objetivo es averiguar dónde se produjeron los lotes dañados y retirarlos del mercado.
2. Trazabilidad directa: se refiere a poder seguir el camino que va a seguir una carga unitaria o un lote. De esta manera, puede predecir qué ruta tomará y estimar un tiempo de entrega. Es muy utilizada para informar de las etapas que sigue el producto hasta el destino final, por ejemplo, en las compras online.
Componentes básicos de estos sistemas
Uno de los pilares sobre los que se sustenta la trazabilidad logística es la identificación de las unidades o lotes. Esto es posible gracias a un lenguaje estandarizado compartido que facilita el registro automatizado de datos. Los sistemas más extendidos son:
- Código de barras (UPC, EAN): Es el método de identificación de productos más extendido a nivel mundial. Este sistema utiliza un lenguaje común para crear códigos únicos y, así, identificar productos, gracias a una serie de números con su equivalencia en barras. La organización GS1 establece estándares de codificación para diferentes tipos de información vinculada a cada producto en función del número de artículo (GTIN). Este número puede ser complementado con otros números agregando información adicional como el lote, el identificador de envío (SIN) o el código del contenedor (SSCC), entre otros.
- Identificación por radiofrecuencia (RFID): en este caso, la etiqueta RFID es capaz de transmitir los datos de forma autónoma a través de ondas de radiofrecuencia. Estas etiquetas almacenan la información del producto y la mayoría se activan cuando detectan un escáner cerca. Su uso no está tan extendido como el de los códigos de barras y su implementación es más costosa. Sin embargo, la principal ventaja es mejora la velocidad y precisión de los registros.
Una vez que los productos cuentan con un sistema de codificación estandarizado, es necesario contar con dispositivos de captura de datos.
Puente entre el mundo físico y el digital
Los dispositivos recopilan y registran la información que posteriormente transmiten al software. Pueden consistir, por ejemplo, en lectores de código de barras, sensores de temperatura y humedad, antenas o arcos RFID. En un almacén, estos sistemas también se pueden integrar en puntos de control o en sistemas automatizados como cintas transportadoras.
El vínculo entre el flujo de información y el movimiento físico de las mercancías es posible gracias a un sistema informático integrado que reúne todos los datos, los procesa y los comparte. El sistema permite recopilar y almacenar información relacionada con los movimientos del producto, estructurar los datos y crear vínculos entre dispositivos y los diferentes agentes involucrados en el manejo de las mercancías a lo largo de la cadena de suministro.
Por tanto, los sistemas de trazabilidad son necesarios, imprescindibles y generan un importante valor ya que están diseñados para mejorar la seguridad de las mercancías, controlar los riesgos y asegurar la calidad de todo el proceso.